Valeria Apara Hizmeri
El 11 de julio, en el Día del Periodista en Chile —fecha que conmemora la creación del Colegio de Periodistas en 1956—, se destaca el rol esencial de la prensa libre y el derecho a informar y ser informado.
En esta jornada de reflexión sobre el rol del periodismo, conversamos con Amaro Gómez-Pablos —corresponsal de guerra y ganador del Premio Rey de España de Periodismo— acerca de uno de los escenarios más peligrosos y censurados para ejercer la profesión hoy: la Franja de Gaza.
Amaro analiza la represión sistemática contra la prensa palestina, el bloqueo informativo impuesto por Israel y el rol ético del periodismo ante lo que diversos organismos internacionales y juristas describen como un posible genocidio en curso. No se trata solo del número de víctimas, sino de la intención de destruir, total o parcialmente, a un pueblo por motivos étnicos o nacionales. “No podría ingresar a Gaza, aunque quisiera, si no es con la anuencia del ejército israelí”, afirma.
1) Desde octubre de 2023, Israel mantiene cerrada Gaza a la prensa internacional. ¿Qué opinión te merece este bloqueo informativo? ¿Cómo crees que afecta al derecho de la opinión pública a estar informada?
“¡Es insólito! Un atentado flagrante contra la libertad de prensa y el derecho a la información donde se pretende el control de la narrativa. No podría ingresar a Gaza aunque quisiera si no es con la anuencia y de la mano de las fuerzas armadas de Israel. En Irak, Siria o Afganistán nunca tuve restricciones. Aún así, ha sobrevivido el contrapunto del mensaje dado por periodistas locales y valientes ciudadanos tornados reporteros que han sido objetivos militares para el IDF. No es nada casual que, en el año 2024, el más cruento para el periodismo, 70% de los colegas muertos hayan sido palestinos”.
2) Cientos de periodistas palestinos han sido asesinados desde el inicio de los ataques. ¿Qué implica esto para la profesión? ¿Percibes una indiferencia internacional frente a estos crímenes?
“Gaza es una ratonera sin escapatoria sobre la que han caído 70 mil toneladas de explosivos. Quiero que lo dimensiones. Imagina que sobre Santiago Centro, Providencia, Ñuñoa y La Reina -la superficie de Gaza-, caigan 194 mil kilogramos de explosivo por cada kilómetro cuadrado. ¡¿¡Qué es eso?!? Suma a ello el hambre como arma de guerra, la privación de agua, combustible, electricidad y medicina. ¿Quién sobrevive aquello? El genocidio es indisimulado, otra cosa es que no se quiera ver. El vicepresidente del parlamento de Israel se ha referido a los palestinos como “escoria”, “subhumanos” y ha rematado diciendo que Gaza debe ser borrada del mapa. ¿Dónde está el legado histórico del Holocausto para referirse a otro pueblo en estos términos? Y no es el único”.
3) ¿Consideras que estamos frente a una estrategia deliberada para silenciar voces incómodas? ¿Cuál debería ser la respuesta del gremio periodístico ante esta realidad?
“Supimos de la verdadera magnitud del Holocausto después de que ocurriera. Eran trenes cerrados y no había el registro en tiempo real que tenemos en la actualidad. Que los hijos y nietos de ese horror estén perpetrando ahora este crimen nos resulta incomprensible al grueso de los ciudadanos del mundo. Pienso que estamos en un punto de inflexión histórica en el que el cheque en blanco del que disponía Israel ha expirado por el sobregiro de sus muchos atropellos. Por supuesto que tiene derecho a su legítima defensa, a su existencia, pero no a costa del exterminio de otro pueblo y con una retórica y acciones propias de sus victimarios pasados. Netanyahu ha dicho recientemente que el costo de esta guerra le ha significado posponer la boda de su hijo. Literal. Aquello es mofarse de sus propias fuerzas armadas, pero sobretodo de las miles de mujeres, niños y civiles muertos, amputados o traumatizados por este conflicto. La narrativa de los medios tradicionales de comunicación está cambiando ante hechos abrumadores”.
4) En 2024, Israel fue señalado como el segundo país con más periodistas encarcelados en el mundo, solo detrás de China, según el Committee to Protect Journalists (CPJ). ¿Qué lectura haces de este dato en términos de libertad de prensa y democracia?
“¿Has visto el programa “Los Patriotas” por el canal 14 de la televisión de Israel? Hazlo. Es uno de los de mayor sintonía. En ese programa los panelistas se ríen con descaro de los civiles muertos en Gaza diciendo “who cares?”, ¿a quién le importa? Me sorprende que en una democracia se permitan contenidos de esa virulencia por señal abierta. ¿Acaso no es la misma incitación al odio que se prohíbe en otras democracias? Es de no creerse. Y si, Israel superó a Irán y a Rusia en el ranking global de periodistas presos. Se aducen razones como “riesgo para la seguridad nacional”, un paraguas que permite todo tipo de censura”.
5) Un informe del Centre for Media Monitoring (CfMM) reveló que la BBC dio 33 veces más cobertura por cada muerto israelí que palestino, además de mostrar menos testimonios humanos de víctimas palestinas. En tu opinión, ¿cómo ha sido el lenguaje y el enfoque de los medios chilenos al cubrir el conflicto en Gaza? ¿Percibes parcialidad?
“¿Con la muerte de cuántos palestinos se ajusticia la de un israelí? Hoy la correlación es de 50 por cada Israelí, suponiendo que han muerto 57 mil personas. Pero esa cifra dada por las autoridades en Gaza es muy baja. Publicaciones respetables e independientes como The Lancet señalan que sólo en los primeros 9 meses de guerra hubo más de 64 mil defunciones por lesiones traumáticas. Llevamos ahora 21 meses de guerra. En un estudio más reciente, Harvard establece la cifra de ´desaparecidos´ en 377 mil. En la cobertura de prensa no me sorprende esa misma asimetría en términos de minutaje dado a unos versus otros, pero está cambiando. La determinación reciente de la BBC de no transmitir el documental “Gaza: Cómo sobrevivir a una zona de guerra”, ha sido un golpe durísimo a su credibilidad y más de 100 periodistas suyos han firmado una carta en abierto rechazo a la medida por considerarla a favor de Israel”.
6) ¿Crees que los medios chilenos han estado a la altura del momento histórico que se vive en Palestina? ¿Qué ha faltado en la cobertura?
“Chile alberga el ideal de coexistencia entre la comunidad palestina y la judía. Yo entiendo que hay que obrar con cuidado siendo un medio de comunicación nacional, pero bajo la falsa premisa de incurrir en antisemitismo por decir las cosas como son, se ha soslayado mucha información. Difundir las atrocidades perpetradas por Netanyahu no me convierte en un anti judío. Ese argumento está trasnochado. Mis medio hermanos son ambos judíos y los dos son cirujanos que hacen trabajo voluntario en Gaza. Ambos están horrorizados con lo que está pasando. Es un grave error pensar que por ser judío hay que consentir a Netanyahu y sus fanáticos. Salvo Nano Stern, he visto pocas voces desmarcarse y resulta muy lamentable. Si algo aprendimos todos después de tanta literatura y películas del Holocausto, es a denunciar los hechos vengan de donde vengan. Requiere coraje, lo sé. Eso mismo ayudaría a entender que ser judío no es sinónimo de este horror. Al grueso del pueblo alemán no se le perdona haber guardado silencio ante la barbarie. El mismo principio aplica en esta vuelta”.
7) Desde tu experiencia como periodista en zonas de conflicto, ¿cuál es el rol ético del periodismo frente a situaciones de ocupación o de evidente asimetría de poder? ¿Qué mensaje le darías hoy a los periodistas jóvenes que ven en Gaza un punto de inflexión para el sentido y propósito de la profesión?
“Yo sé que esta entrevista tendrá sus costos. Haber publicado cartas en El Mercurio y por mis redes, también. Para el fanático de lectura simplona seré tildado de antisemita. Lo que esa persona no aprecia es que estoy esmerándome por remarcar la diferencia entre un pueblo y una religión versus un gobierno reconocido por su destemplado fanatismo. Objetar a Netanyahu por sus atropellos no me hace anti judío, del mismo modo que criticar a Maduro no me convierte en un anti venezolano o anti católico (que es la religión que dice profesar). Es absurdo. Yo le recomendaría a los periodistas más jóvenes a atreverse a desmontar estas caricaturas y otras en tiempos de tanta odiosidad. Matizar. Atreverse a debatir con fundamento. No hacerlo tiene un costo muy alto porque nos hacemos partícipes del atrincheramiento”.