Por: Gazan Qahhat Khamis
En un mundo saturado de imágenes rápidas y titulares fugaces, dos mujeres decidieron detenerse a escuchar. Andrea Yarur y Claudia Pérez son amigas, empresarias y productoras radicadas entre Madrid y las Islas Canarias. Su trabajo, profundamente enraizado en una sensibilidad artística y en un compromiso social, las ha posicionado como voces emergentes dentro del panorama internacional del cine independiente y de autor.
Su más reciente proyecto, el documental Tierra Palestina: Cambio Global, verá la luz en octubre en España y en noviembre en Chile. Se trata de una obra que busca ir más allá de la crónica de la tragedia: es un retrato humano, íntimo y poético de Gaza, concebido como un puente entre la memoria, la cultura y la resistencia.
La productora que lideran Yarur y Pérez ha tejido redes en distintas geografías, apostando por un cine de impacto y alcance global. Entre sus proyectos figura A Child’s Night Dream, basado en la obra de Oliver Stone y protagonizado por Mel Gibson, cuyo rodaje está previsto en Canarias durante el primer trimestre de 2026, donde ambas participan como coproductoras. La compañía trabaja, además, en otros títulos en desarrollo, consolidando una línea creativa que combina la búsqueda estética con la reflexión crítica.
En este camino, Tierra Palestina: Cambio Global se erige como un hito en su filmografía: una apuesta arriesgada y necesaria que se articula en torno a la convicción de que el cine puede ser también un espacio de resistencia política y cultural.
“Queríamos mirar a Gaza no solo como un territorio en conflicto, sino como un lugar donde la vida persiste”, explica Claudia Pérez. Tierra Palestina: Cambio Global, dice, nació de “una necesidad profunda: crear un grito colectivo, una red de voces provenientes de distintos rincones del mundo que se unen para decir ‘esto nos importa’”.
El documental busca mostrar la humanidad detrás de los titulares, revelar la poesía que sobrevive en la herida y dar cuenta de la fuerza de quienes, aun bajo el asedio, continúan soñando y creando.
Para Andrea Yarur, el proyecto tiene una dimensión íntima y biográfica: “Desde mis raíces en Belén, siempre sentí que Palestina era más que una causa: era una herencia emocional. Cuando decidimos con Claudia hacer este documental, comprendí que era una oportunidad de devolver algo de lo que mi familia me había transmitido. Es un homenaje vivo al pueblo palestino, pero también a mi propio linaje. Gaza, aunque no pudimos pisarla físicamente, nos habló desde la distancia y nos cambió para siempre”.
Más allá de los bombardeos y la devastación, Yarur y Pérez quisieron retratar la vida cotidiana en Gaza. Para Claudia, “en medio de la destrucción, hay gestos de belleza, dignidad y amor. Cada risa, cada acto de solidaridad, cada pequeño ritual doméstico es una forma de resistencia”.
Andrea coincide en que el desafío fue mostrar Gaza desde su vida y no únicamente desde su dolor: “La belleza fue una herramienta de respeto. Retratar su cultura, su arte, su fe y su humor no visibiliza la tragedia: la contextualiza. Gaza no es solo un espacio de guerra, es un símbolo de identidad y dignidad que se niega a desaparecer”.
De esta forma, el documental se distancia del registro habitual centrado en la violencia, para ofrecer una mirada que reconoce la fragilidad, pero también la resiliencia, de un pueblo que ha hecho de la memoria y la creatividad un acto de supervivencia.
El objetivo del documental no es entregar respuestas cerradas, sino abrir preguntas. “Espero que el público salga de la sala con más dudas que certezas. Que Gaza deje de ser un nombre lejano y se convierta en una presencia íntima. No buscamos consolar, sino despertar conciencia”, señala Claudia Pérez.
Andrea Yarur refuerza esa idea: “Ojalá quienes lo vean comprendan que Gaza no está sola, que Palestina no está sola. Este documental demuestra que el arte puede ser una forma de resistencia global. Si al menos una persona cambia su manera de mirar a Palestina después de verla, habrá valido la pena”.
El proyecto también transformó a sus creadoras. Claudia confiesa que Palestina la cautivó hace casi siete años y que desde entonces “no ha dejado de habitarme. Veo en su pueblo algo que reconozco en mí: una mezcla de fortaleza y vulnerabilidad, de resiliencia en medio del caos, de dignidad incluso cuando todo parece derrumbarse. Aunque no pudimos entrar físicamente a Gaza, construimos lazos reales con familias que viven allí. A través de sus voces cruzamos la línea del documental: dejamos de ser observadoras para convertirnos en testigos cercanos”.
Andrea, en tanto, lo vive como un homenaje íntimo a su padre: “Él me inculcó el amor por Palestina. Me enseñó a mirarla no solo como un territorio, sino como una memoria viva. Participar en este proyecto fue un tributo silencioso a su legado. Durante todo el proceso sentí su presencia, como si me acompañara desde algún lugar. Cada paso me recordó su fuerza y su ternura. Tierra Palestina: Cambio Global me permitió reconectarme con mis raíces y abrir un viaje artístico y espiritual que recién comienza”.
Con Tierra Palestina: Cambio Global, Andrea Yarur y Claudia Pérez reafirman una visión compartida: que el cine puede ser más que una obra artística, puede convertirse en un acto de memoria, en un gesto de dignidad y en un puente entre culturas.
“Este documental nos cambió la visión del mundo”, concluyen, “pero sobre todo, nos cambió a nosotras”.