Un nuevo informe de la ONU, presentado ante el Consejo de Derechos Humanos, vincula directamente al sector empresarial global con la maquinaria militar israelí responsable de la destrucción masiva en Gaza, el colapso del tejido civil palestino y delitos como el genocidio y los crímenes de guerra.
Por Gazan Qahhat Khamis
En un documento sin precedentes, la Relatora Especial de la ONU para los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese, sostiene que el modelo económico que durante décadas ha sostenido la ocupación israelí ha mutado hacia una estructura aún más destructiva: una “economía del genocidio”.
“Palestina es hoy una escena del crimen, cubierta con nuestras huellas dactilares, Las corporaciones no pueden alegar neutralidad cuando sus productos, servicios o capitales contribuyen directamente al exterminio de una población”, afirmó Albanese durante la presentación del informe.
Una economía que lucra con la destrucción
El informe identifica a 48 actores corporativos clave en sectores como defensa, tecnología, energía, agricultura, finanzas, construcción, turismo y educación. Entre ellos figuran Microsoft, Amazon, Google, Lockheed Martin, Elbit Systems, Chevron, BP, Booking.com y Caterpillar. Estas empresas, según la relatora, no solo se han beneficiado económicamente del genocidio, sino que han sido instrumentales en su continuidad y escalada.
Desde octubre de 2023, las cifras son devastadoras: 179.411 palestinos muertos o heridos, 85.000 toneladas de bombas lanzadas sobre Gaza (más de seis veces la potencia de Hiroshima), un 70% de los edificios y 81% de los cultivos en Gaza destruidos.
Mientras Israel bombardeaba a la población civil palestina, la Bolsa de Tel Aviv se disparó un 179%, generando más de 157 mil 900 millones de dólares en ganancias.
“El genocidio continúa porque es rentable para muchos”, concluye el informe.
Empresas como Caterpillar y Volvo son acusadas de proporcionar maquinaria usada para demoler viviendas, hospitales y escuelas palestinas. Booking.com y Airbnb, por su parte, son señaladas por ofrecer alojamientos en asentamientos ilegales, lo que según el informe contribuye a normalizar la colonización y anexión del territorio ocupado. “Corporaciones que suministran bulldozers, algoritmos o combustible no pueden alegar ignorancia: son parte de una economía que mata”, enfatiza Albanese.
Tecnología y genocidio: el rol de Big Tech en la maquinaria militar israelí
Uno de los aspectos más impactantes del informe es el rol activo de empresas tecnológicas globales en la infraestructura de control y ataque. Según el documento, en octubre de 2023, al saturarse los sistemas militares de Israel, Microsoft Azure, Amazon Web Services y Google Cloud (mediante el Proyecto Nimbus) proveyeron soporte crítico en procesamiento de datos, inteligencia artificial y localización de blancos. “Estamos ante el primer genocidio impulsado por inteligencia artificial y transmitido en vivo”, denuncia el informe.
Estas compañías ofrecieron sus plataformas para alimentar sistemas de vigilancia en tiempo real, reconocimiento facial, análisis predictivo y procesamiento de datos militares, con aplicación directa en la ofensiva sobre Gaza. El informe señala que este tipo de colaboración no es técnica ni accidental, sino que forma parte de una relación estructural con un sistema de ocupación que se ha vuelto abiertamente genocida.
Además, denuncia que Israel se ha convertido en un campo de pruebas para estas tecnologías, aprovechando una población ocupada, sin soberanía de datos y sin mecanismos de defensa legal.

El marco legal y las responsabilidades
El informe de Albanese subraya que crímenes como el apartheid, el saqueo de recursos y el genocidio están claramente definidos por el derecho internacional, y son interdependientes. Las empresas involucradas, ya sea de forma directa o indirecta, podrían ser procesadas por complicidad en crímenes internacionales.
“Las relaciones comerciales otorgan legitimidad. Mantenerlas normaliza lo ilegal. Lo que está prohibido a los Estados, tampoco debe ser tolerado en manos privadas”, señala el documento.
Se advierte que muchas de estas corporaciones ya habrían incurrido en responsabilidad penal o civil, tanto por sus vínculos con el aparato militar como por sus beneficios económicos derivados de la destrucción de Gaza y la colonización en Cisjordania.
Este informe marca un antes y un después en la forma en que la ONU aborda la complicidad del sector privado en violaciones masivas de derechos humanos. Como ocurrió con las empresas que colaboraron con el apartheid sudafricano o el régimen nazi, el documento plantea una pregunta central: ¿puede el mercado global seguir operando al margen del derecho internacional, o es hora de exigirle justicia?
“El genocidio continúa, en parte, porque es un negocio. Pero ningún beneficio puede justificar el exterminio de un pueblo”, concluye Albanese.