Entre recuerdos familiares, silencios heredados y voces de mujeres que resistieron el olvido, Ummi traza el mapa de la migración palestina a Chile. Un libro que entrelaza lo íntimo y lo colectivo para contar la historia de un pueblo que, lejos de su tierra, resguarda su identidad con palabras, memoria y amor.
¿Qué motivó la escritura de Ummi? ¿Hubo algún momento o relato específico que te impulsó a comenzar este proyecto?
La escritura de Ummi, una historia de la migración palestina, nace de una curiosidad que tenía hace muchísimo tiempo: ¿por qué Chile se convierte en el país que acoge a la comunidad palestina más grande fuera de su origen? Era una necesidad que venía acompañada, además, del deseo de rastrear el origen de la llegada desde Palestina de parte de mi familia materna y paterna. Eso, en cruce con los procesos migratorios de las tres oleadas migratorias desde Palestina a Chile, a fines del siglo XIX y principios del XX.
Me preguntaba cómo fueron esos trayectos, qué puertos de salida y de llegada tuvieron, qué rutas hicieron esos barcos, por qué la elección final de nuestro país como destino. ¿Fue azar? ¿Sabían, los primeros palestinos asentados en Chile, de nuestro país? El éxodo, la memoria de la tierra perdida, la imagen de América… quería conocer ese relato que, entendí después, nunca es uno solo. Quería escuchar ese relato en la voz de quienes, a su vez, lo habían escuchado de otros que llegaron antes. Muchos de quienes lo narraron ya no están: mis abuelos, por ejemplo, y tantos otros que, una vez aquí, quisieron regresar a su tierra y no pudieron.
La memoria y su hilo fragmentado fue otra motivación: intentar hilar voces a partir de quienes están hoy. Reconstruir el viaje para volver a escucharlo una y otra vez.

Ummi significa “mi mamá” en árabe. ¿Por qué decidiste que el título girara en torno a esa figura materna?
La necesidad de titular el libro en torno a la figura materna responde al deseo de nombrar la herencia. La lengua materna, en todo proceso de migración —y sobre todo en este, donde el árabe es el idioma—, es una de las primeras cosas que se pierde.
Situar en el título a la figura materna, para mí, era también ubicar a la esposa, hija, hermana; es decir, a la mujer en todas sus dimensiones. Quise resaltar, además, que la mujer en la historia de la lucha palestina siempre ha sido capaz de organizarse políticamente. Ummi, una historia de la migración palestina, aborda algunos de estos aspectos, desde la historia donde la mujer palestina lidera agrupaciones políticas, movimientos y organizaciones culturales y educativas. Todo esto ha sido fundamental para la construcción de la identidad del pueblo palestino.
Esto, sumado a otros elementos que profundizo en el libro, muestra a la mujer como figura clave para el resguardo de la memoria e historia de su pueblo.
En el libro trabajas con voces femeninas de tu familia y comunidad. ¿Cómo fue el proceso de recoger esos testimonios? ¿Te enfrentaste a silencios o resistencias?
La historia de mi familia y de mi entorno cercano se entrelaza con la historia del pueblo palestino. A través de situaciones familiares —algunas dolorosas— intento reconstruir un relato mayor: la historia de una comunidad rememorada desde la experiencia de personas que vivieron la migración.
Muchas de esas personas son parte de mi familia, y otras no. Por supuesto que hubo momentos incómodos, otros dolorosos, y también situaciones llenas de sentido del humor porque, sabemos, el dolor más grande muchas veces se esconde muy bien en la risa.
En el libro, los nombres de mi familia están cambiados; algunas situaciones están pasadas por la ficción. Es decir, el libro no es una radiografía exacta de mi familia, pero sí parte desde ese origen. Los acontecimientos históricos, sin embargo, que narra el libro sobre la migración palestina a Chile, son todos reales. Todos fueron recabados a partir del estudio de una bibliografía que detallo al final del libro.
Lo que no es exacto —porque nunca lo es— son los relatos orales, que sabemos tienen su origen en la subjetividad. La migración es un relato oral colectivo y, para mí, también polifónico. Este libro no es un retrato sociológico —nunca fue ese su objetivo—, pero sí es un intento por retratar una mirada, ojalá lo más humana posible, que nos lleve.
¿Cómo ha sido recibido tu libro por la Diáspora palestina en Chile?
Ha sido emocionante y profundamente cercana. He conocido a distintas personas y comunidades a través del libro. Historias de hijos cuyos padres migraron. Y se han abierto preguntas: cómo reafirmar y hacer perdurar la identidad palestina, por ejemplo; cómo poder darla a conocer todavía más, porque Chile sigue siendo el país con la mayor comunidad de palestinos en el mundo después de Medio Oriente.
Y, por supuesto, Ummi ha servido para visibilizar la historia de migración de un pueblo que hoy es blanco de una de las tragedias más brutales y horrorosas: el genocidio.
Entender que la identidad es también una memoria que se debe hacer escuchar desde el presente, sin desatender el pasado —la historia individual y colectiva, anclada siempre a su Historia—. Solo así podemos abrir una comprensión más amplia de quiénes somos, aunque se quiera borrar todo porvenir con sangre.
Ha sido emocionante, y espero que la historia de Palestina pueda escucharse y conocerse por absolutamente todos, en voz alta.
Nota escrita por: Gazan Qahhat Khamis
