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Alejandra Musalem Saieh

SU PASIÓN POR LA PINTURA

  • Hace cuatro años decidió cerrar su consulta odontológica para dedicarse por completo a sus pinturas que asegura la hacen tremendamente feliz. De esto y más conversó con Al Damir.

De profesión odontóloga, pero lo cierto es que, a los 15 años, Alejandra Musalem Saieh comenzó su gusto por el arte y, luego en 1993 decidió entrar a estudiar en la Facultad de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Conjuntamente, se perfecciona en talleres y maestrías en el área de la pintura con destacados personajes como Jaime Cruz Montalva, Hernán Valdovinos y desde la técnica del grabado en metal con Claudio Vidal.

Alejandra Musalem Saieh

Es por eso que siempre combinó sus dos carreras, pero reconoce que la pintura es lo que más la apasiona y por eso en 2018 cerró su consulta como dentista para dedicarse de lleno a su taller donde deja volar su imaginación a través de una amplia gama de colores. Sus obras han sido exhibidas en diversas exposiciones colectivas e individuales, resaltando dentro de las últimas presentaciones, el año 2019 en Lilith, Galería de Arte Viña Casa Sur, Santiago, Chile y en 2017, impermanencia en el Centro Cultural Casa Quemada, entre otras.

Es madre de dos hijos Alan y Samantha y cuando le preguntamos cual es la fuente de inspiración para sus cuadros, Alejandra nos comparte: “Me inspira el ser humano, el cual es el protagonista de la obra. Mis imágenes intentan crear atmósferas de tensión que examinan la condición humana abordando diferentes modelos psíquicos arquetípicos e invitan al espectador a aventurarse y descubrirse en algún personaje pictórico. Como lo que no se ve cuando se mira o lo que no se dice cuando se habla… Habitar el color y la forma como herramientas primordiales, es el medio utilizado para entrar en nosotros mismos, nuestros mundos subterráneos, desconocidos e inconscientes. Trabajar el misterio posibilita más de una lectura y dinamiza la interacción”.

Además, nos cuenta que ella siente que nació para pintar. “En las clases de arte en el colegio mis amigas me pedían que les hiciera las tareas. A los 15 años, una tía me regaló una caja de óleos, y con ella hice mi primera pintura que fueron dos pájaros bien coloridos que sincrónicamente coinciden que a esa misma edad mi padre talló dos pájaros en una tabla de madera. A pesar de que no hay familiares dedicados al arte, la veta artística viene de los Musalem. Salí del colegio sin una idea clara de mi vocación y entré a estudiar odontología, en aquellos años realicé unas copias de clásicos de forma recreativa.

Recibida ya de dentista en la década de los ‘90 trabajaba en la consulta y comenzó a hacer cursos de dibujo y pintura en el centro de extensión de la Universidad Católica y maestrías con distintos artistas. “Compartí mi tiempo entre la crianza de mis hijos, la consulta dental y el desarrollo artístico varios años. Complementé mi pasión por el conocimiento del ser humano haciendo un diplomado de sicología transpersonal Junguiana, así como también el estudio de la astrología que se develan en mi obra… Después de 27 años de ejercer la odontología, cerré la consulta para dedicarme completamente a la pintura y estoy muy feliz de tener la oportunidad de dedicarme a lo que amo”, dice la artista a Al Damir.

Alejandra, ¿en qué estás ahora?
R: Estoy trabajando con el simbolismo de la esfera, el círculo como símbolo de lo sagrado que se aprecia en algunas pinturas que tengo en mi taller. El círculo no tiene principio ni fin y todos los puntos equidistan del centro, es el símbolo primordial que lo contiene todo, la totalidad de la psique, todos los aspectos incluida la relación entre el hombre, la naturaleza y el universo. Se trata de un símbolo espiritual que trasciende el entendimiento lógico y racional dirigiéndose a la profundidad de la existencia lo que permite acercarse a realidades no visibles

¿Dónde las personas pueden ver tu arte?
R: He realizado varias exposiciones tanto colectivas como individuales, también he participado en varias ferias nacionales como internacionales. Ahora estoy preparando una muestra individual que desconozco aún donde se materializará. Siempre estoy recibiendo gente interesada en ver presencialmente mi obra en el taller, que es un espacio bien amplio con luz natural lo que permite una buena exposición. Así que son bienvenidos todos quienes quieran visitarme ya sea para conocer y también adquirir mi pintura que pueden apreciar en la comuna de Providencia, muy cerca de la Plaza Las Lilas.

¿Crees que con los años los trazos y la técnica va cambiando y da cuenta de las etapas en tu vida?
R: La pintura es un proceso más bien lento como todo proceso humano de toma de consciencia, se requiere tanto conocimiento de sí mismo para saber qué quieres comunicar como también un desarrollo técnico, por lo menos en la pintura que realizo. Entonces el manejo del oficio se va perfeccionando con los años junto al conocimiento de lo que se quiere realmente «entregar». Es tan enorme la cantidad de posibilidades de expresión que se requeriría más de una vida para aquello. Con solo la interacción cromática tenemos un mundo paralelo. Solo un color y sus diversas formas de acción y vibración frente a los otros colores, es un claro ejemplo. Quizás lo más complejo de todo sea lograr plasmar una escena creativa propia, nacida del trabajo intelectual en conjunto al trabajo del oficio y así dar forma a una obra genuina con real identidad pictórica. 

Finalmente, ¿cuéntame sobre tus raíces árabes?
R: Tengo ciento por ciento sangre árabe y lo digo con gran orgullo. Soy tercera generación por el lado paterno y cuarta por el materno. Hemos sido bastantes aclanados, pero ahora que las primeras generaciones ya no están en este plano, las familias tienden a disgregarse con tanto crecimiento. Hemos participado en la Fundación Belén y yo como pintora en algunas exposiciones colectivas del mundo árabe. Suelo contarles a mis hijos historias pasadas, de mis abuelos y bisabuelos cómo llegaron a esta tierra, cómo se enfrentaron a este idioma, la gente y sus costumbres. Como fue todo el proceso de asentarse, trabajar, esforzarse y dar una buena vida a familias numerosas de más de 5 hijos. Siempre nos hemos reunidos a la mesa de las delicias árabes, tanto mi madre como mis abuelas conocen bien la culinaria árabe y a mis hijos les encanta su cocina. Por mi parte siento una gran pasión por la música y la danza árabe, por eso me instruí en su aprendizaje y la practico todas las semanas asemejando un preciado tributo a mis ancestros. Creo que la danza árabe en particular es un ícono de delicada belleza femenina, la esencia árabe se lleva en la sangre y seguirá en mi familia, el llamado «jamule».


Por Paulina Latrach T.