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Tito Zerené:
EL TENISTA CENTENARIO

  • Con 97 años es el tenista activo más longevo de Latino América. El mes pasado compitió por primera vez en un torneo internacional, el mundial de Miami, y obtuvo el tercer lugar, un triunfo al que define como el broche de oro de su carrera deportiva.

Son las 11 de la mañana del sábado del 21 de mayo. En la cancha dos del Club Palestino, Tito Zerené, vestido de amarillo y azul, juega junto a su hijo Miguel un doble. Éste ultimo responde casi todos los golpes, pero el tenista senior, temerario, bloquea la red respondiendo cada bola. Si erra se pega despacio en una pierna con la mano, recriminándose. Con 97 años, Tito Zerené es el tenista activo más longevo de Latino América y llegó hace unos días a Chile tras competir en el World Tennis Championship Senior de Miami en la categoría +90, en el que obtuvo el tercer lugar. Fue el único sudamericano y éste fue su primer torneo internacional.

¿Por qué decidió jugar el mundial de Miami?

Exclusivamente porque mis hijas me dijeron que si me inscribía viajarían conmigo. Eso fue lo que me entusiasmó en un principio, ir con mi familia. Hablé también con Jaime Pinto, con quien jugué hace 60 años atrás, para pedirle su opinión y me dijo que iba a andar bien.

Así, el tenista llegó a Miami con una delegación de 10 personas conformada por sus tres hijos, seis nietos y un bisnieto.

Tito Zerené junto a su familia en el Mundial de Miami

Tito Zerené nació en 1924 en Villa Alegre. Ni sus padres, ni sus hermanos le transmitieron el gusto por el deporte, él nació con esto sin que nadie le enseñara. Partió jugando fútbol en los años 30, a pata pelada y con una pelota hecha de trapo. Cuando estaba en segundo de humanidades en el Liceo de Talca jugó fútbol por el primer equipo, siendo el miembro más joven. Luego se apasionó por el ski, el tiro al vuelo y la caza de tórtolas siendo destacado en todos ellos.

¿Cuándo empezó a jugar tenis?

A los 18 años nos vinimos con mi familia a Santiago. Vivíamos en el barrio Patronato a dos cuadras del Club International. Me quedaba mirando a los jugadores y pensaba “¿qué es esto? Es como ping-pong”. De tanto mirar un día me vio Salvador Deik y me invitó a ser miembro del Club. Él fue el causante de que yo jugara tenis.

Francisco Javier Jacir y Tito Zerené tras ganar primer lugar en torneo Club Palestino Categoría Honor 1962.

Dice que el tenis, como todos los deportes, se le dio fácil. En muy poco tiempo pasó de la cuarta categoría a la de honor (la anterior a la más alta, escalafón). En ella compitió contra quienes serían después los grandes tenistas de nuestra historia.

—En honor atajábamos a todos los cabritos que querían pasar a escalafón. Jugué contra Jaime Fillol cuando él tenía 17 años y yo más de 30. Gracias a que me ganó en Llolleo pasó de categoría, estaba su papá viendo y me decía: “¡Ya po viejo, deja que gane el cabro!” (ríe). También me tocó jugar contra Pato Cornejo y Jaime Pinto, en un Torneo de Clausura, al final me ganó pero di la pelea cinco horas.

Tito ganó varias veces honor hasta que lo pasaron a la categoría escalafón.

—Llegué un día a un torneo y no me encontré en la lista. Cuando miré bien me di cuenta de que me habían pasado, sin permiso, a escalafón (ríe). Yo nunca he sido malo para el tenis, pero tampoco tan bueno, claramente esa no era mi categoría, hablé con la Federación para que me devolvieran a honor. Tuve que dejar de jugar torneos por un año.

Fue director del Club International y, en 1963 fue parte de los siete miembros del Club Palestino que fundaron la Rama de Tenis quienes estrenaron también varias canchas.

Primer directorio de la Rama de Tenis Club Palestino

—En esos años iba hasta Cerrillos a comprar materiales. Me da pena ver esta foto, soy el único que sobrevive. De mi generación quedan muy pocos, la mayoría de mis amigos ya no están conmigo- dice sosteniendo la imagen.

¿Cómo se preparó para el torneo de Miami?

Sabía que estaba en desventaja porque no jugaba singles hace cuarenta años, desconocía el tipo de cancha y no tenía experiencia compitiendo en el extranjero. Sin embargo, yo por suerte soy agrandado. Entrené con el profesor Víctor del Club Palestino y una semana antes del torneo, en un partido de entrenamiento, me lesioné la cintura y pensé que ya había fregado, pero alcancé a recuperarme con kinesiología y jugué sin molestias. Perdí en semifinales con un lolo de 91 años (ríe), pero no le hecho la culpa a nada del resultado.

Su contrincante fue el francés Henri Crutchet, número dos del mundo en la categoría +90. En un video publicado en su instagram (@titozerenetenis), Tito reflexionó sobre el partido: “El francés jugaba demasiado bien. Había que apurarlo. Yo hice muchas cortas, se cansó bastante, pero me ganó (…) Pienso que jugando más fuerte, apurándolo a las esquinas, hubiese tenido más chances, pero jugué equivocado. Hice muchos drop shot, él llegó a todas y me ganó”.

Tito Zerené saludando a su contrincante, Henri Crutchet (dos del mundo).

¿Cómo se siente con el resultado?

Ganar el tercer lugar del mundial me dio muchas satisfacciones. Este es para mí el fin de mi carrera de tenista. Yo no me achico, pero no esperaba esto. Fui a este campeonato porque mis hijos prometieron acompañarme, ese fue el incentivo. Dije ya me voy a lanzar, porque no quería ir a entregarme o a que me ganaran, pensé, si pierdo es porque son mejores. Terminar mi carrera tenística con este título es un broche de oro para mi.

¿Cuál es el secreto para su buena salud y energía?

Llegar a los 97 años no un misterioso, solamente hay que cuidar la salud, lo que significa tener conciencia: hacer mucho deporte, cualquiera sea, constantemente, no tener vicios y si los tiene hacerlos moderadamente  y, sobretodo tener una buena alimentación.

­¿Cómo es su vida actualmente?

La verdad, cuando estás con una persona 70 años, y la pierdes, todo cambia – dice Tito recordando a su esposa que falleció hace dos años- Mi rutina era muy clara con ella, cuando me casé empecé a trabajar a su lado, fundamos fábricas, tiendas, montones de cosas juntos. La rutina es triste…

—¡Pero no es tan triste papá! Tienes nuestra compañía- lo interrumpe su hijo Miguel.

—Sí, pero los hijos tienen su vida propia, aunque se preocupan mucho de mí y me vienen a ver, no es lo mismo. La vida hay que tomarsela como llega, yo no tengo vicios, me levanto temprano, voy a cazar los domingos con unos amigos, juego dobles con mis amigos los sábados y en la semana, si quiero salgo a pasear y comparto con mi familia.

Stephanie Elias

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