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Columna de Jorge Sahd

La ley del más fuerte

“Las relaciones entre potencias como Estados Unidos, China y Rusia están más disfuncionales que nunca”, decía amargamente el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas con motivo de los 75 años del organismo. Si el mundo debía celebrar las décadas más prósperas de la historia, mas bien se sumaba al desconcierto de un orden global sin rumbo.

Uno de los rasgos de esta disfuncionalidad es el creciente desprecio por el orden internacional basado en reglas: ese conjunto de normas, resoluciones y tratados que dan mayor seguridad a las relaciones entre Estados, inversionistas y personas. La célebre máxima del Derecho Internacional, “lo pactado obliga”, sufre hoy el descrédito por conductas que parecen preferir la “ley del más fuerte” antes que el sano límite al poder impuesto por las reglas.

Tres ejemplos ponen la nota de alarma. Primero, durante la pandemia del Covid-19 un centenar de países ha aplicado prohibiciones o restricciones a exportaciones de productos médicos y alimentos. Los mismos países que forman parte de la OMC, olvidaron sin más que las prohibiciones deben ser el último recurso, siempre y cuando no hubiera una acción que causara menor perjuicio al comercio.

La actitud “trumpista” fue imitada por numerosos países mientras que  los espacios de colaboración, como los impulsados por Chile, Nueva Zelanda o Singapur fueron un oasis en el desierto. Si la guerra comercial mostró el desprecio de la institucionalidad internacional por un juego de poderes; el miedo, la emergencia y el poco sentido de responsabilidad global han sido los protagonistas en la primera etapa de la pandemia.  

Un segundo caso, inadvertido en nuestro país, han sido las tensiones entre China y Australia. Apenas el Primer Ministro llamó a hacer una investigación imparcial sobre el origen del virus, la reacción inmediata de Beijing fue amenazar con represalias comerciales a las carnes, vino y turismo australiano. China es el principal socio comercial de Australia y cerca de del 40% de los estudiantes universitarios extranjeros provienen del gigante asiático. Esta verdadera coerción política relegó a un segundo plano el orden jurídico internacional y plantea un tema de vital interés: cómo países con mayor dependencia económica con China (por ejemplo, Chile) fijan una relación más allá de lo puramente comercial. La dependencia económica deviene en influencia política, lo que debe ser considerado en las relaciones internacionales.

Finalmente, en un plano distinto, el anuncio del gobierno de Netanyahu de anexar territorios de Cisjordania ocupados desde 1967 es una muestra más de la poca consideración al derecho internacional. Basado en leyes domésticas y promesas de campaña, el plan contraviene múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y principios fundamentales de política exterior. El tema, de amplio impacto en nuestra comunidad, revela una vez más la importancia de respetar el Derecho Internacional en la relación entre Estados.  

Ya sea por el miedo de la pandemia, por dependencia comercial o por razones político-históricas, estos ejemplos muestran el peligro de conducir las relaciones internacionales despreciando las reglas. Con todas sus imperfecciones, el Derecho Internacional es fuente de un orden global más seguro, estable y predecible. Urge reivindicarlo.

Jorge Sahd K.

Director Centro de Estudios Internacionales UC

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