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De Jaffa al exilio

“CUANDO MATARON A TODA LA GENTE EN DEIR YASSIN, FUE CUANDO NOS ASUSTAMOS Y NOS FUIMOS”

  • Al cumplirse 75 años de este hito que marco a miles de familias que arrancaron de Palestina al mundo y a nuestro país, quisimos contar la historia de Albert Sifri Mitri, quien siendo muy joven se vio obligado a huir. Esta es su conversación con Al Damir. 
Jaffa antes del Nakba

Para los palestinos cuando hablamos de la Nakba sabemos que hay un antes y un después en la vida de miles de familias. Un 15 de mayo de 1948, más de 750.000 palestinos huyeron forzosamente o fueron expulsados de sus tierras ante el avance de las tropas israelíes. Es por eso, que conversamos con Albert Sifri Mitri (98), quien nació en Jaffa, fue uno de los afectados y vive en Chile. Su relato está cargado de emociones, porque a sus 22 años se vio obligado a huir de su tierra y esto es lo que compartió con Al Damir.

Para hacer un poco de contexto, es necesario indicar que Jaffa siempre fue el epicentro de la economía palestina antes de 1948. La ciudad era conocida por el cultivo de cítricos y sus naranjas tenían una alta demanda internacional en los mercados. Al igual que en otras zonas de la Palestina histórica, la sociedad de Jaffa era pacífica. La vida era muy tranquila, la familia era muy unida y teníamos buena relación entre vecinos”, dice Albert, orgulloso de su ciudad natal.

Cuando las fuerzas sionistas comenzaron un asedio brutal contra la población de Jaffa, en marzo de 1948, hubo un cambio brusco en el ambiente social de la ciudad. Los jóvenes crearon comités de resistencia popular para defender su territorio, empezaron a armarse y a ser entrenados. Entre estos jóvenes valientes, participó uno de los hermanos de Sifri. Al respecto comparte: “los israelíes bombardearon un edificio y una de las bombas llegó a la terraza de mi casa, entonces mi hermano menor que yo, estuvo con su rifle y su grupo para defender la ciudad”.

LA DECISIÓN DE PARTIR

Muy pocos palestinos de Jaffa lograron permanecer en la ciudad después de que esta fuese ocupada militarmente. La mayoría de la población se vio forzada a expatriarse y dejar sus casas. Albert nos cuenta que la masacre de Deir Yassin fue un factor clave en la decisión que tomaron como familia. “Atacaron la ciudad y mataron a las mujeres, a los niños… a todos. La gente tenía miedo. Mis padres decidieron que nos íbamos. En cuestión de minutos, sacamos lo esencial de la casa y nos fuimos… Cuando nos dijeron que nos íbamos, mi hermana chica no alcanzó ni a ponerse los zapatos”, relata Sifri aún con mucha tristeza tras 75 años de lo que vivió.

La masacre fue una táctica de Israel para expulsar a la gente y llevar a cabo un plan de limpieza étnica que convirtiera a los judíos como población mayoritaria en la Palestina histórica. Cabe señalar que según cuentas los historiadores, en 1948, solo un tercio de la población del Mandato Británico de Palestina era judía, de ahí se desprende que el mensaje era “arrancar o morir. Nos asustamos y nos fuimos, no supe qué pasó con mis amigos”.

También nos cuenta que vio como la mayoría de la población, asustada de correr la misma suerte que Deir Yassin, abandonaron tierra Palestina y se convirtieron en refugiados en distintas partes del mundo. Esto generó la dispersión y desarticulación de muchos, quienes perdieron el rastro entre sus conocidos.

EN TIERRAS LEJANAS Y AMOR DE FAMILIA

Sifri y su familia, emprendieron rumbo a la ciudad siria de Damasco, en donde pasaron la primera noche en un campo de refugiados con otros palestinos que se encontraban en la misma situación que ellos. Se fueron a la casa de unos conocidos, donde estuvieron una semana viviendo hasta viajaron a al Líbano. Asegura que ahí todos empezaron a trabajar para vivir, pero con el tiempo se fueron dispersando y cada uno hizo su vida. De los siete hermanos de su familia, dos se quedaron en El Líbano, uno volvió a Palestina (Ramallah), otra se fue a Austria a trabajar en la Oficina para Refugiados de la ONU, otro a Inglaterra y, una de sus hermanas se estableció en Estados Unidos. En tanto, después de trabajar con un sueldo que define como “miserable” en un país extranjero, logró estudiar ingeniería civil en la Universidad Norteamericana de Beirut (Líbano) y trabajó para la empresa internacional Motherwell Bridge Contracting and Trading Company en distintas partes del mundo como: Pakistán, Kuwait, Aden y Sudán.

Se casó con Aida Gouhaneh, abogada chilena que conoció en una fiesta en Beirut y llegó a Chile, donde formó una familia y aportó significativamente entregando agua potable a más de 120 pueblos de menos de 1.000 habitantes, como ingeniero jefe y luego director de la oficina de saneamiento rural del Ministerio de Salud, partiendo luego en comisión de servicio al Ministerio de Obras Públicas para formar el SESMA, que fue pionera en temas ambientales, entre otras cosas. Actualmente, Albert tiene dos hijos, ocho nietos y vive en la ciudad de Santiago.

JAFFA TRAS LA NAKBA

Al igual que otras ciudades y pueblos de Palestina, Jaffa fue ocupada por los colonos sionistas recién llegados, y las casas que pertenecieron siempre a familias palestinas, pasaron a ser entregadas a judíos colonos o destruidas con el fin de construir nuevos asentamientos. Hasta el día de hoy, Israel prohíbe el derecho a retorno reconocido por la Organización de las Naciones Unidas, en la resolución 194. Es más, el reciente Estado sionista considera que tiene derecho a apropiarse de sus casas, ya que sus dueños no se encuentran para darles uso. En el caso particular de la familia Sifri, su hogar fue expropiado y convertido en una sinagoga para judíos colonos. Por otra parte, los palestinos de Jaffa que decidieron quedarse, fueron detenidos y desplazados a guetos en el barrio de Al- Ajami. Este último, se convirtió en un barrio rodeado por cercas de alambre de púas y patrullada por soldados de la ocupación hasta 1966. Los mismos residentes judíos que llegaron a Jaffa, se referían a éste como el “gueto”.  

A pesar de que el plan de Israel era garantizar que los palestinos nunca retornarán a sus casas, como lo demuestra el fundador y ex primer ministro de Israel, Ben- Gurion con su frase: “Los viejos morirán y los jóvenes olvidarán”, lo cierto es que cada 15 de mayo, los palestinos alrededor del mundo conmemoran la Nakba y protestan por la limpieza étnica llevada a cabo en contra de la población palestina indígena.

El desarraigo sigue vivo entre las distintas generaciones que no olvidan la catástrofe palestina que continúa hasta el día de hoy. La Nakba sigue con el robo permanente de tierras palestinas para la creación de asentamientos; la destrucción de tierras agrícolas y de viviendas; los ataques de carácter periódico que provocan la muerte masiva de palestinos; la negación del derecho al retorno de los refugiados; las deportaciones, la existencia de leyes discriminatorias; la presencia de menores palestinos en cárceles israelíes; la restricción de circulación y de derechos básicos, entre tantas otras restricciones.  

Jaffa después de la Nakba

Según Naciones Unidas, se estima que un 80% de los palestinos sufrieron la expulsión desde su tierra. Entre ellos, Albert es el testimonio vivo de uno de los hitos más importantes en la historia de Palestina. Su vida refleja el carácter de superación y resiliencia que tiene el pueblo palestino. Un pueblo que existe y que resiste ante una ocupación injusta que viola sistemáticamente los derechos humanos de los palestinos.

Valentina Sabag Abusleme.

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