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JÓVENES CHILENOS EN PALESTINA

Estos jóvenes profesionales decidieron viajar, pero no por vacaciones, sino que optaron por estudiar y enseñar. Esta es su bitácora de Kafie Zedan Abu-Ghosh y Andrés Khamis Giacoman, quienes compartieron con Al Damir cómo ha sido esta experiencia.

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Cuando Kafie Zedan (23) egresó de su carrera de enfermería siempre tuvo las ganas de viajar a Europa y decidió armar un tour. Cuando ya lo tenía listo decidió dejar los últimos diez días de su periplo para ir a Palestina a compartir con sus familiares. Fue el momento del reencuentro y su ticket de vuelta a Chile cambió.

“Terminé la Universidad y quería viajar a España, pero cuando llegué a Palestina y me reencontré con mi familia y los amigos que había conocido hace siete años cuando viajé por la gira de estudio del colegio Árabe. Ahí me di cuenta que era imposible que me quedara diez días en Palestina, ¡no es nada! Y ese sentimiento de la primera vez se vuelve a sentir más fuerte, es mucha emoción de estar acá, todo es maravilloso. Fue entonces que llamé a mi papá y le expliqué que no podía quedarme tan poco tiempo y me dijo que aprovechara la visa de tres meses. Luego de averiguar todos los pasos a seguir y para hacer algo provechoso en ese tiempo me fui a la Universidad de Bethlahem y comencé un curso de árabe básico y también investigué si podía hacer un voluntariado ya que la visa no me permite trabajar”, nos cuenta Kafie.

Y agrega: “Durante el segundo mes hice el voluntariado en el hospital Houssein de Beit Jala. En el cuarto piso esta Judá Almazri que está el área de oncología pediátrica. Fui ahí porque la profesora Esperanza Jarufe, ella toda mi vida me enseño árabe en el colegio y le dio cáncer. Y todos sus ahorros los donó a esta parte del hospital para que compren máquinas y muchas están a su nombre. Hice un voluntariado muy lindo y además también educamos sobre el cáncer de mama y clases de RCP a un grupo de mujeres”.

Kafie, ¿cómo fue esa experiencia con los niños en el área de cáncer?

R: ¡Es difícil! Porque acá los niños tienen que pasar los checkpoint, entonces hay veces en que el niño tiene que venir a tomar su quimioterapia por ejemplo de los pacientes que tuve venía de Gaza o Hebrón y a veces no dejan pasar a los papás de los niños, porque no tienen permiso. Hay zonas en Palestina con permiso como autoridad palestina bajo control y dominio israelí. Los que no tienen ID israelí tienen que sacar permiso en la municipalidad y hay veces en que no te los dan, entonces los niños vienen solos o con algún familiar que esté en Beit Jala que los puede acompañar mientras toman su tratamiento. La idea es alegrar a estos niños, hacerles actividades. Lo fuerte de la quimioterapia y no estar con tu familia es muy triste. Todo en Palestina es Israel y más encima te hacen pasar por esta situación, te hacen sentir más humillado, diminuto, sin derechos, desprestigiados como si no valiéramos nada. Lo más difícil es en los campamentos, porque los soldados israelíes entran y matan gente cuando les da la gana, los toman detenidos sin dar razón alguna.

Luego de estar casi dos meses estudiando y dedicándose a hacer un voluntariado, Kafie se dio tiempo para recorrer Palestina junto a su familia y amigos. Ha visitado lugares como: Beit Jala, Bethlahem, Beit Sahour, Jerusalén, Ramallah, Aboud, Taybeh, Tel Aviv, Jaffa, El Golán (Libano y Siria), Hebrón, Haifa y Jericó.

“Espero volver pronto, pero uno nunca sabe. Gracias a Dios mi familia acá está en la Zona C, que es bajo control total de Israel, entonces todos tienen ID israelí, entonces pueden pasar libremente por los checkpoint. Igual ellos están agradecidos porque pueden tener la buena salud y los beneficios que les da Israel, pero acá también hay otros que viven con la rabia y la pena de no poder hacer nada, porque están bajo el dominio”, nos comparte.

Cuando le preguntamos si en algún momento tuvo miedo de hacer este viaje sola, la enfermera nos comparte. “No tuve miedo, pero acá está mi familia y estos tres meses he estado con ellos. Más que sentir miedo, me da rabia e impotencia que ya estás bajo el dominio israelí y si quieres cruzar a la playa, íbamos en tres autos, todos felices, pero como en el checkpoint le dio la gana de no dejarnos pasar… ¡Es una impotencia tan grande! Dan ganas de llorar. Por ejemplo, tengo una tía que no puede pasar por el checkpoint en auto, entonces tiene que pasar caminando. Para la Asunción de la Virgen, las personas salen de Beit Jala a las 3 de la mañana para alcanzar a llegar a Jerusalem a las 6. Fue la primera vez que pasé el checkpoint caminando y ¡es horrible! Me puse a llorar de impotencia, te tienen en una cárcel, uno pasa por un torniquete y cuando ellos quieren lo paran y dejan una fila de palestinos esperando. Muchos deben salir a las 4 de la mañana para poder llegar a sus trabajos a las 6 de la mañana, porque hay veces en que no los dejan pasar. Es una vida demasiado difícil, en Israel te pagan tres veces el sueldo que te pueden pagar en Palestina. Veo a mis amigos felices y me dicen que no pueden vivir con rabia. Por ejemplo, construyeron el muro al lado de la casa de mi abuela y para salir de su casa tiene que darse una tremenda vuelta. Fui a Hebrón y ahí no pueden salir y siempre están viviendo con miedo porque a muchos les quitaron sus casas para que vivan israelíes. Quiero estar en Beit Jala porque no me gustan los checkpoint”.

CLASES DE ARABE

Andrés Khamis Giacoman (29), ingeniero comercial llegó a Palestina el 06 de septiembre con el fin de estudiar un programa de idiomas en la Universidad de Birzeit y eligió árabe coloquial y pensamiento árabe, un curso sobre las distintas corrientes políticas desde la creación del islam hasta el día de hoy. Actualmente, está viviendo en Ramallah y nos comparte que su periplo ha sido muy entretenido, porque ha podido conocer a personas de distintas partes de Palestina que por trabajo o estudios viajan a esa ciudad.

“Estar en un ambiente universitario te da la oportunidad de conectar con harta gente joven y poder entender mejor la realidad de Palestina. Uno como palestino en Chile muchas veces ya tiene una idea de Palestina formada a través de los relatos familiares, de lo que escuchamos en la comunidad o a través de los medios a los que seguimos. Personalmente, creo que ha sido muy interesante poder estar acá un poco más inserto en la vida normal para tener una visión propia de Palestina basada en mis intereses y en amistades que se han ido generando acá. En nuestra familia tenemos pocos parientes con los que hay contacto directo, entonces para mí ha sido muy bonito generar lazos con personas acá para en el futuro seguir en contacto y un poco más cerca de lo que está pasando”.

Cuando le preguntamos que más ha podido hacer mientras se encuentra en Palestina, Andrés nos cuenta. “He podido recorrer bastante, sobre todo cuando estuvieron mis hermanos y mi papá acá. Era la primera vez de mi hermana mayor acá, entonces tratamos de ver todo lo que pudimos con ella viajando a Jericó, Hebrón, Jerusalén, Haifa, Nazaret y más. Obviamente, pasamos harto tiempo en Beit Jala y en Belén donde trato de ir casi todos los fines de semanas, estar allá siempre es una experiencia muy especial por lo bien que uno se siente recibido, por lo bonito de los lugares y la cantidad de historias que siempre terminas escuchando de personas que conocen a todo Chile y probablemente a tu familia. 

Esta es mi segunda vez en Palestina y lo que siempre más me llama la atención son las personas. La calidez con la que te reciben, la hospitalidad exagerada y la genuina preocupación por que te sientas cómodo, la buena onda en general y la apertura a conocerte o a conversar sobre cualquier cosa. En ninguna parte del mundo se encuentra algo así”.

Finalmente, Andrés nos comparte qué recomendaría a los chilenos o palestinos que están pensando en viajar nos dice. “Les recomiendo a todos los que quieran venir si tienen tiempo para quedarse más que sólo un viaje de vacaciones que lo hagan. Por ejemplo, el programa de la Universidad de Birzeit no es necesariamente para estudiantes, pueden entrar personas de todas las edades, por ejemplo, tengo dos compañeros de más de 60 años. Y si no, existen muchas opciones para hacer voluntariados o cursos chicos que creo dan la oportunidad de insertarse mejor e involucrarse con las personas acá”.

Por Paulina Latrach T.

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