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María Elba Chahuán: «Con pasión y actitud todo se puede lograr»

  • A sus 43 años la vida le sonríe a esta reconocida mujer de negocios que está empujando un nuevo proyecto que le llena el alma y que se llama: “Mi compromiso Pyme”. En entrevista con Al Damir nos comparte sobre lo que es apoyar el emprendimiento y la garra que heredó de su familia árabe.
María Elba Chahuán.

La historia de María Elba Chahuán no deja de sorprender a cualquiera que la conozca. De risa fácil, auténtica y súper sociable, es una fiel y orgullosa representante de la comunidad árabe en Chile, que defiende con pasión sus orígenes en La Calera y el legado de sus antepasados. Prima hermana del senador Francisco Chahuán, María Elba es la tercera de cuatro hermanos: Karem Chahuán, jueza de Policía local de Estación Central, Arturo Chahuán, empresario, y Matías Chahuán, ingeniero comercial.  “Mis hermanos son mis mejores amigos, con Arturo tenemos un año de diferencia, compartimos amigos, vivencias, y él se casó con mi mejor amiga del colegio. Además, de ser socios, somos muy partners. Con mi hermana somos súper amigas, cercanas, hablamos como diez veces al día. Y con Matías, el menor, tengo una relación más maternal”, confiesa.

María Elba guarda los recuerdos más lindos de su infancia. “Compartíamos con todo el mundo sin mirar a quien. Vivíamos mucho desde el amor. Nos íbamos todo el verano a Viña del Mar a vacacionar. Mis papás estaban siempre muy pendientes de nosotros a pesar de que trabajaban duro, pero siempre estaban preocupados de nuestra felicidad. Me acuerdo de que yo jugaba todo con mi hermano, éramos muy unidos, disfrutábamos de la ratonera de cartón del local de mi papá, y jugábamos a las bolitas”.

Lo que moviliza y le apasiona a María Elba es el emprendimiento y ayudar a otros a que se atrevan a aventurarse con ideas nuevas de negocio. Es directora de Fundación Belén 2000, pero además es vicepresidenta y fundadora del organismo gremial Unión Emprendedora. Desde allí ha cultivado sólidos lazos de amistad con la ex presidenta de la ASECH, Alejandra Mustakis, con quien comparte el amor por sus raíces.

Por estos días, se ha trazado un desafío no menor: lograr que de aquí a cinco años las pymes aporten el 30% del PIB de Chile invitando a las grandes empresas a que suscriban el sello “Mi compromiso Pyme”, una instancia que está articulando en alianza con EY y que permite a las compañías mejorar su operación y convertirse en entidades realmente sostenibles. Al respecto nos cuenta: “Queremos hacernos cargo e impulsar iniciativas concretas que contribuyan a fomentar transformaciones sociales para el país. Por eso creamos el sello “Mi Compromiso Pyme”, un acuerdo medible para que las grandes empresas que quieran hacer de Chile un lugar de desarrollo y oportunidades para los emprendedores puedan aportar incrementando sus compras a proveedores locales”.

HERENCIA Y SANGRE ÁRABE

Lo cierto es que los negocios los lleva en la sangre. Sus antepasados llegaron en ferrocarril hace más de un siglo a La Calera desde Beit Jala, ciudad palestina de Cisjordania. María Elba nos comparte: “Mi familia es árabe por todos lados. En mi sangre no hay otra que no sea sangre árabe. Soy apasionada, aguerrida, con alma árabe, siento un amor profundo por nuestra colonia y tengo un sentido de pertenencia que me permite tener una vida familiar maravillosa”. 

Hace una pausa y continúa: “Cuando me preguntaban de dónde era y comentaba que “de La Calera”, nadie entendía dónde quedaba (se ríe). Mis abuelos como todos los inmigrantes llegaron con una mano adelante y otra atrás, pero con mucha garra, porque eran trabajadores, emprendedores, resilientes, positivos. Mi abuelo partió con una distribuidora de confites, cigarrillos y abarrotes. Mis padres trabajaron ese almacén de sol a sol, para ser lo que hoy son, unos empresarios reconocidos”. 

Esta destacada empresaria proviene de una familia en la que disfrutan de lo simple de la vida. Por ejemplo, de querer a la gente por lo que es y no por lo que tiene, con ese ritmo sencillo de las personas que han nacido y se han criado en provincia. Su infancia fue austera, pero llena de amor. Su papá un apasionado por el fútbol -hincha acérrimo del club Palestino- la poesía, su familia y el trabajo. “De él aprendí al trabajar que con pasión y actitud todo se puede lograr, a que se debe respetar al otro y a que cada persona debe contar su historia”, enfatiza.  

Desde que era una niña de cinco años ayudaba al negocio familiar haciendo boletas o facturas. La tienda se abría al alba y atendía a los clientes de lunes a domingo. Su abuelito le enseñaba cómo debía apilar monedas y ordenar los billetes para llevarlos al banco. Gracias a esa disciplina, hoy es una exitosa empresaria, independiente, autónoma, llena de ideas de negocio y, de cómo lograr alianzas estratégicas para que las cosas efectivamente ocurran. Al mismo tiempo, es una profesional generosa con su conocimiento para incentivar a que otros se atrevan y emprendan. 

Para mantener su mente clara y no ceder frente al estrés que puede significar emprender, María Elba entrena todos los días. Sabe que mente y cuerpo están unidos y que para mantener el optimismo –clave para cerrar buenos negocios- es importante el autocuidado y la actividad física con frecuencia y disciplina. “Sólo así puede cultivar esa figura envidiable y, al mismo tiempo, compartir la mesa familiar con delicias de la comida árabe”, cuenta entre risas.

Y agrega: “En mi familia somos muy de piel, de abrazarnos, de estar todos aclanados, de hablar todos al mismo tiempo, de preocuparnos por el otro. Es parte de nuestra esencia y me encanta que así sea y mantener las tradiciones”. Hace cuatro años viajó al lugar de sus orígenes, Beit Jala y su vida dio un giro en 180 grados por lo que significó pisar el territorio donde comenzó todo. 

Contar sobre este viaje a ella le emociona. “Ha sido por lejos la experiencia más linda. Descubrir quiénes fueron mis ancestros, el sacrificio que hicieron para irse a otro país y darte cuenta de que, pese a vivir en la adversidad pudieron abrirse camino, es muy emocionante… lo más impactante fue conocer el lugar de los abuelos y entender de dónde vengo. Caminar por las calles de Beit Jala y darme cuenta de que las personas que habitan ahí eran parecidas a los tíos, abuelos, papás… es conmovedor. Me preguntaban: ‘¿Tú eres Chahuán? ¡Ah! mira tu abuelo era Sabas, él era pariente de… primo de…’. Y te invitaban a la casa a tomar cafecito. Los árabes somos tan cariñosos desde la comida”.

Es así como su madre, la señora Juliette Manzur, es experta en preparaciones gastronómicas árabes, destacando las hojitas de parra como su especialidad. “De mi madre admiro profundamente su garra… Ella sabe que abrazar las tradiciones es importante. Es experta bailando danza árabe, habla el idioma, porque lo aprendió desde pequeña, pero no lo usa en el día a día, salvo algunas palaras sueltas de las que echa mano cuando está con amigas tales como “jaram”, que significa “prohibido”. Todas se ríen de buena gana cuando apela a la lengua de sus ancestros”, nos comparte Elbita, como la llaman sus amigos con cariño.

Por Paulina Latrach T.

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